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domingo, 27 de mayo de 2012

Paul Ricoeur: Una hermenéutica del sí mismo histórico frente al conflicto de las interpretaciones Un recorrido arborescente Ricoeur ha fundamentado una de sus intervenciones hermenéuticas en un intento de conciliación de pensamiento con Gadamer con el de Habermas. Pero Ricoeur vincula el conflicto entre la hermenéutica y la crítica de las ideologías a una distinción entre dos tipos de hermenéutica, la de la confianza y de la sospecha, que él había diferenciado mucho antes de la célebre confrontación entre Gadamer y Habermas. La idea de Ricoeur, y quizás las idea fundamental de la hermenéutica, es que es el preciso pensar juntas esas dos hermenéuticas, la que se apropia al sentido tal como se le ofrece a la conciencia en esperar la orientación y la que toma distancia de la experiencia inmediata del sentido para reproducirla a una economía más secreta. No obstante Gadamer y Ricoeur frecuentan la misma tradición hermenéutica de Schleiermarcher, Dilthey, Buktamann y Heidegger, aunque en distinto grado y condiciones diversas. Ricoeur, en cambio, nunca ha querido despedirse de la problemática metodológica y epistemológica de la hermenéutica. En sus obras Ricoeur se interesa por una gran diversidad de disciplinas: la filosofía de la existencia, su punto de partida, donde se encontraba más cerca de autores como Gabriel Marcel y Karl Jaspers que de Heidegger, la teoría del conocimiento histórico, la interpretación de la biblia, el psicoanálisis, la teoría del lenguaje, la teoría de la acción la fenomenología del tiempo, de la memoria del reconocimiento, la teoría de la narración y la ética. La filosofía reflexiva parte de la autorreflexión del ego, en la tradición del “conócete a ti mismo” de Socrates y de las meditaciones de Descartes. Esta tradición muy pronto a Ricoeur hacia el existencialismo de Jaspers y la fenomenología de Husserl, combada sobre un “ego trascendental “que buscaba la razón de su existencia. La hermenéutica no está ahí muy presente pero aparece con fuerza en el segundo tomo, continuación del estudio anterior Finitude et culpablité, 1960 y más particularmente en el libro segundo de esta obra, consagrado a la “simbólica del mal”. Aquí es donde se produce un “giro hermenéutico” a lo que él llama mas tarde su “injerto de hermenéutica en la fenomenología”. Su motivo de fondo es que el ego no puede conocerse directamente por la vía indirecta de la interpretación de los grandes símbolos (Adán y Eva, Job, el orfismo), que intentan darle un sentido del mal. En esta perspectiva la interpretación es “el trabajo del pensamiento que consiste en descifrar el sentido oculto aparente, en desplegar los niveles de significación implicados en la significación literal. El primer sentido de su giro hermenéutico. Una fenomenología que se vuelve hermenéutica Ricoeur difiere de la idea de un giro hermenéutico de la fenomenología. Este giro se justifica en Ricoeur apartir de la imposibilidad de un acceso directo a los fenómenos del ego mismo. Lo que la hermenéutica estropeó no es la fenomenología, sino una de sus interpretaciones, la interpretación idealista hecha por Husserl. Ricoeur se propone desarrollar por su parte una fenomenología hermenéutica que adopta la vía de las objetivaciones como el rodeo obligado para el conocimiento mismo. Podemos hablar, por tanto, en Ricour de un giro hermenéutico de la fenomenología y, en Gadarmer, un giro fenomenológico de la hermenéutica. No deberíamos olvidar los presupuestos siempre fenomenológicos de la hermenéutica. El primer presupuesto es que”toda pregunta solo un ente cualquiera es una pregunta sobre el sentido de este ente”. El segundo presupuesto fenomenológico es que la hermenéutica debe aceptar, experiencia del “distanciamiento” aunque la conciencia se caracteriza esencialmente por su dependencia el sentido, ese sentido puede ser mantenido a distancia e interpretado. El tercer presupuesto es que la hermenéutica reconoce, como Husserr, el carácter derivado del orden lingüístico respecto del sentido y de las cosas. Ricoeur saca la conclusión de que el orden lingüístico no es autónomo y que remite a una experiencia del mundo. Pero esa experiencia no se da más que por el cauce de una hermenéutica que se consagra a la interpretación de las objetivaciones de sentido. El conflicto de las interpretaciones: la hermenéutica de la confianza y de la sospecha ¿Cómo interpretar las objetivaciones de sentido? Ésta era de alguna manera la cuestión de la hermenéutica clásica y será la cuestión de Ricoeur. Si la pregunta se plantea con esta rotundidad es porque Ricoeur tuvo que hacer frente a otras interpretaciones, más reductoras, que ponían precisamente en cuestión esa lectura ingenua del sentido. De este modo quiso destacar dos formas distintas de interpretación, en apariencia incompatibles. La primera se basa en una hermenéutica de la confianza o de la “recolección del sentido” acepta el sentido tal como éste se ofrece a la compresión y orienta la conciencia, sentido en que se revela una verdad más profunda que incumple explorar una hermenéutica amplificante. Ricoeur habla aquí de una teleología del sentido. Se consagra a la comprensión del sentido, en el sentido pleno que la deba Dilthey se abre a las posibilidades del sentido y a lo vivido que se da a comprender más allá de esas expresiones. La segunda se opone a la anterior una hermenéutica de la sospecha que desconfía del sentido tal como se le ofrece, porque puede atraer al engaño de la conciencia. Procedente de la filosofía reflexiva y del existencialismo, podríamos sospechar que Ricoeur está más cercano a la fenomenología y la hermenéutica de la confianza. La idea directriz de Ricoeur es que es preciso frecuentar la escuela de la sospecha se queremos destruir las ilusiones de la conciencia ingenua. Si el yo se pierde en la hermenéutica de la sospecha es únicamente para mejorar reencontrarse, libre de sus ilusiones. Ricoeur demuestra que conserva un fino sentido de las objetivaciones y de las construcciones de sentido, que es preciso interpretar. Una de las conclusiones de Ricoeur en esta época, fue “explicar más es comprender mejor”. Una nueva hermenéutica de la explicación y la compresión, inspirada en la noción del texto. El arco hermenéutico de la interpretación para Ricoeur es un conjunto de operaciones entrelazadas que componen el esfuerzo hermenéutico. Para apropiarse de un modo natural una conciencia crítica debe desconfiar de la evidencia inmediata del sentido que ella comprende. Ricoeur a principio de la década de los setenta, que podemos asociar a la nación de texto. Esta ya no se dedicara solamente al desciframiento de símbolos con doble sentido, sino que se ocupará de cualquier conjunto significativo susceptible de ser comprendido y que pueda ser llamado texto. La aceptación de estas interpretaciones supone a los ojos de Ricoeur la primera etapa necesaria en el arco de la interpretación, una nueva época de la hermenéutica se abre a causa del éxito del análisis estructural, la explicación es en adelante el camino obligatorio. La nación de texto remite además por si misma a un acto de lectura en el que el mundo del texto es apropiado por un lector. La hermenéutica amplificante del sentido “la interpretación de un texto se acaba en la interpretación de sí de un sujeto que desde entonces se comprende mejor, se comprende de otra manera o, incluso, comienza a comprenderse”. Ricoeur adopta la siguiente definición de la hermenéutica: “es la teoría de las operaciones de compresión relacionadas con la interpretación de los textos. La hermenéutica de la conciencia histórica El yo que se muestra en las hermenéutica de la sospecha y del distanciamiento es con toda certeza un cogito quebrado, dice a menudo Ricoeur. El yo sólo puede dar sentido a su experiencia radical e inevitable del tiempo por la mediación de la configuración narrativa. Ricoeur subrayará vigorosamente ambos aspectos: el carácter trágico de la condición humana, que no llegará nunca a una comprensión totalizante de sí misma, y la respuesta del hombre a esta aporía, la parte de iniciativa que le toca, pase a todo, en cuanto hombre capaz. El mundo tal como lo experimentamos es, pues, un mundo que se expresa en un lenguaje y a través de una identidad histórica que primeramente recibimos. Esta es la razón, dice Rioeur. Una fenomenología hermenéutica del hombre capaz Una hermenéutica de la conciencia histórica debe por tanto desembocar en una fenomenología de las posibilidades del hombre capaz. Al desarrollar una filosofía hermenéutica de la ipseidad, el ultimo Ricoeur se reconcilia con la que él llama una de sus “más antiguas convenciones”, a saber qué. En su fenomenología del hombre capaz, cuyos grandes rasgos ha recordado en su parcours de la reconnaissance (camino del conocimiento),obra aparecida un año antes de su muerte, Ricoeur parte de los usos principales: “puedo hablar, puedo contar, puedo hacerme respondable de mis acciones y hacer que sean imputadas como su verdadero autor.” Esos cuatro usos abren, respectivamente, los campos de la filosofía del lenguaje, de la filosofía de la acción de la teoría narrativa y de la filosofía moral. La formula recuerda de alguna manera la idea de Heideggeriana de una hermenéutica de la factilidad. Pero la hermenéutica no remite aquí a los símbolos o a los textos, según las dos primeras concepciones de la hermenéutica de Rioeur sino de si mismo. La hermenéutica toma ahora la forma de una “ontología fundamental” que da preferencia a las naciones de acto, potencia y posibilidad, a diferencia de la aceptación sustancial que habría prevalecido en la filosofía clásica. Si la ontología es para Heidegger es un punto de partida, para Ricoeur será un punto de llegada. Conclusión Lo que nos deja Ricoeur es la interpretación de nuestros sentidos, que tienen un significado, pero también nos deja la confianza y la sospecha de las cosas como la duda de será o no será. Esto hace que más adelante se puedan plasmar todo esto en un texto para asi poderlo interpretar bien lo que queremos hacer en forma escrita. Asi ya todo el mundo va a interpretar las cosas de manera diferente.